Este artículo es una respuesta a la nota “Por un ambientalismo racional, liberal y pro-desarrollo” publicado en el diario El Cronista, que sugerimos leer primero https://www.cronista.com/columnistas/por-un-ambientalismo-racional-liberal-y-pro-desarrollo/

Lamentablemente muchas veces se escriben y suscriben posturas aparentemente con buenas intenciones, pero que en definitiva resultan contraproducentes a la luz de los acontecimientos, debido a la ignorancia de diversas cuestiones relacionadas a la problemática bajo análisis. Entender, analizar, y buscar soluciones reales para problemáticas complejas y sistémicas, requiere necesariamente de un enfoque de pensamiento sistémico que permita determinar las verdaderas causas y posibles soluciones.

La nota en cuestión adolece de tal enfoque e ignora cuestiones fundamentales, resultando en una sucesión de afirmaciones desafortunadas, en gran parte falsas y agraviantes:

  1. El ambientalismo es anti-ciencia

Por empezar, catalogar al movimiento ambientalista como anti-ciencia, o pseudoreligioso es el primer y grueso error conceptual. Salvo excepciones dentro de un espacio diverso, el movimiento ambientalista en general, y en especial el ecologista más crítico junto con el más reciente movimiento climático, se han basado y se siguen basando en la ciencia. La ciencia que viene marcando claramente hace décadas los altos y crecientes niveles de contaminación, de deforestación, de destrucción de ecosistemas (bosques, montañas, humedales, ríos, océanos, etc), degradación de suelos, extinción de especies, afectaciones a la salud humana, agotamiento de recursos, cambio climático, etc. Existen miles de estudios y reportes científicos que avalan la postura crítica ambientalista y climática. Informes del IPCC, IPBES, WWF, WMO, WRI, FAO, de organizaciones ambientalistas, institutos de investigación, universidades, agencias gubernamentales, etc, etc. Las conclusiones  y tendencias de sus informes son aterradoras: sexta extinción masiva de especies, pérdida de ecosistemas vitales, escasez de agua y alimentos, colapso de los océanos, cambio climático acelerado y prácticamente irreversible si no hay cambios profundos, con el agravamiento por feedback loops y tipping points que ya se están desarrollando hagamos lo que hagamos. Cambio climático que ya está provocando eventos climáticos extremos, olas de calor intolerables, sequías históricas, graves inundaciones, aumento del nivel del mar, etc, y para el cual todos los escenarios que plantea la ciencia van a peor en pocos años. Para evitar los peores escenarios, la ciencia plantea objetivos extremadamente ambiciosos de reducción de emisiones, de casi a la mitad para 2030. No somos los ambientalistas extremistas por gusto, la situación es extrema.  Todos estos problemas son claramente atribuidos a las actividades productivas actuales (megaminería, producción de combustibles fósiles, petroquímica, transporte, industria pesada, agricultura y ganadería industrial, pesca industrial, desarrollo inmobiliario, etc). No alcanza con hacer un poco más sustentables las actividades productivas, es necesario y urgente limitar estas actividades para reducir significativamente su impacto. A disposición para compartir toda la información científica que avala nuestra postura crítica.

2.El ambientalismo es irracional

El segundo error conceptual es catalogar al ambientalismo como irracional. De nuevo, salvo algunas excepciones, defender nuestra casa común, nuestro planeta, como fuente primaria de vida es lo más racional, moral y ético que podemos hacer. Lo realmente irracional es seguir defendiendo a un sistema ecocida, destructivo, extractivo e inequitativo que pretende seguir creciendo llevándose todo a su paso, aunque lo quieran pintar de verde. Irracional es pensar que podemos seguir creciendo ilimitadamente en un planeta con recursos finitos y con capacidad de carga ecológica limitada (ya sobrepasada largamente).

3. El ambientalismo es “ecopobrista”

Tercer punto, aunque tal vez debatible (dentro del marco teórico del capitalismo), es catalogar al ambientalismo como “ecopobrista”. No hay nada más pobrista que este sistema económico inequitativo y sus consecuencias presentes y futuras. Aun teniendo en cuenta los innegables beneficios temporales que trajo este sistema para millones de personas, gracias a un sistema económico y financiero insostenible basado en emisión monetaria indiscriminada, derivados financieros artificiales y gigantesca deuda pública y privada impagable. Y gracias a la disponibilidad de recursos energéticos fósiles abundantes y baratos, cosa que ya no será posible sostener mucho más tiempo, por agotamiento de recursos no renovables y por el altísimo costo climático de su irracional consumo. Nada más pobrista a mediano y largo plazo que seguir socavando la fuente de recursos vitales para miles de millones de personas, con la falsa promesa de un “desarrollo sostenible” y una “transición energética con crecimiento” que nunca llegarán.    

4. No hay conflicto entre actividad humana y naturaleza

El autor niega la existencia de conflicto entre el ser humano (con su consumo y actividades productivas) y la naturaleza. Realmente es una afirmación insostenible a la luz de la apabullante y concluyente información científica ya mencionada. El conflicto es claro y debe ser abordado en forma urgente, no podemos seguir en este rumbo autodestructivo, dinamitando las bases biofísicas que sostienen la vida humana y de millones de especies. Por algo desde la ciencia se plantea que estamos en una nueva era geológica, el «Antropoceno», donde la actividad humana está produciendo enormes impactos sobre el planeta.

5. La eco-ansiedad está mal

La eco-ansiedad, o la ansiedad climática, es una reacción natural de muchos y muchas ante la catástrofe que ya se empieza a vislumbrar. Es el resultado psíquico de ver cómo nos roban el futuro, y la mayoría mira para otro lado, mientras muchos siguen avalando (directa o indirectamente) el proceso de destrucción de nuestro planeta.  La eco-ansiedad nos lleva a buscar (desesperadamente pero incansablemente) soluciones reales y a luchar contra este sistema ecocida. No es el estado ideal para buscar soluciones, pero no nos han dejado otra opción. Décadas de desoir a la ciencia justamente, nos han traído a esta situación límite.

6. Las normativas prohibitivas están mal

No queda claro a que prohibiciones ambientales se opone el autor de la nota. A las prohibiciones sobre contaminación industrial? A las relacionadas con la deforestación como la ley de bosques? A las que pretenden proteger a los glaciares de la depredación minera? A las que tanto pregonamos desde el ambientalismo para proteger los humedales? A las pocas que limitan el uso de agrotóxicos en la producción de alimentos? A las pocas que limitan las emisiones de gases de efecto invernadero? La verdad no se entiende cómo se puede hablar de proteger el ambiente y al mismo tiempo oponerse a las prohibiciones que lo intentan. O hablar de “libre industria”, cuando justamente la falta de regulación industrial es la que ha permitido contaminar, deforestar y destruir ecosistemas a un nivel intolerable.

7. El decrecimiento es elitista y cruel

Elitista y cruel es el modelo de desarrollo capitalista que defiende el autor, con una concentración de la riqueza cada vez mayor como indican innumerables estudios económicos, y con impactos ambientales y climáticos que sufren y sufrirán los sectores más vulnerables. En cambio, el decrecentismo hace hincapié en la necesidad de un proceso redistributivo y equitativo. Que sin dudas será difícil de implementar, pero necesario. El crecimiento exponencial inequitativo nos trajo hasta acá, no queda otra opción que revertir el proceso con un decrecimiento equitativo, donde el mayor esfuerzo lo deben hacer los sectores más beneficiados, con mayor riqueza acumulada, y con mayor responsabilidad sobre los daños presentes y futuros. El decrecimiento si, es una propuesta limitante del sobreconsumo y la sobreproducción, que muchos rechazan, pero no hay otra forma de detener en serio el proceso de deterioro. No hay soluciones fáciles, sencillas o indoloras.

Conclusión

La nota en cuestión plantea una visión parcial, desinformada y sesgada sobre las verdaderas causas de la problemática ambiental y por lo tanto esboza una propuesta de solución alejada de la realidad, atacando al sector que justamente intenta resolverla. En definitiva no se logra entender en su propuesta como un modelo más permisivo va a resolver los problemas, eso es pensamiento mágico. En lo que coincidimos plenamente es en la necesidad urgente de una discusión pública transparente sobre el modelo económico, productivo, político y social que nos pueda salvar en parte del colapso ecológico y climático al que nos dirigimos, a nivel global y a nivel local. Pero una discusión profunda, basada en la ciencia, con enfoque sistémico. A disposición personal para esa discusión con el autor de la nota y con cualquier otra persona interesada en abordar esta problemática tan crítica y urgente.

Ing. Fernando Maya