Recientemente la Agencia Internacional de la Energía (IEA) presentó el histórico reporte “Roadmap to net-zero 2050”, una hoja de ruta muy detallada (más de 200 páginas) para llegar a emisiones netas cero a 2050 en el sector de la energía (generación eléctrica, transporte, industria y residencial), en línea con el objetivo que plantea la ciencia climática en el informe 1.5 del IPCC para no superar los 1.5 grados de aumento de temperatura global, punto a partir del cual las consecuencias del cambio climático pueden ser devastadoras e incluso irreversibles por alcanzar puntos de inflexión y acelerar procesos de retroalimentación.

A continuación, los puntos más importantes de nuestro análisis sobre el reporte:

  1. Es un elaborado y prolijo compendio de buenas intenciones

Desde ya que plantear el reemplazo de centrales de generación de energía eléctrica basadas en carbón por centrales eólicas y solares de menores emisiones GEI y contaminación es una buena y necesaria estrategia. Desde ya que fomentar el desarrollo de tecnologías de captura de carbono es muy necesario para compensar emisiones pasadas y futuras. Desde ya que fomentar la fabricación de vehículos eléctricos en cambio de seguir fabricando autos con motor a combustión es necesario y positivo. Desde ya que elaborar una hoja de ruta detallada con metas de corto, mediano y largo plazo que supere a vagas promesas de reducción de emisiones es muy positivo. Pero evidentemente para superar o ralentizar el agravamiento de la profunda crisis climática (y ecológica) no alcanza con enumerar buenas intenciones y hacer lindos gráficos. Esta hoja de ruta quedará rápidamente en el olvido si los países y grandes empresas no toman esta sugerencia y definen (y luego ejecutan) planes ambiciosos y realistas para llevarla adelante.

2. Es una hoja de ruta de muy difícil cumplimiento

El mismo reporte dice: “El camino es angosto y extremadamente desafiante, requiere que todos los actores (Gobiernos, empresas, inversores y ciudadanos) tomen acciones este año, y todos los años hasta alcanzar el objetivo.”

Esta dificultad se viene resaltando hace décadas, y más que mejorar hemos empeorado notoriamente. No solo eso, cuanto más demoramos en cambiar el rumbo, más difícil se hace poder cumplir los plazos, que incluso se adelantan cada vez más. Nada indica que este año o los siguientes se tome medidas importantes más allá de rimbombantes promesas.

El reporte también sostiene: “El creciente consenso político en alcanzar la neutralidad de carbono es causa de un considerable optimismo sobre los progresos que el mundo puede lograr, pero los cambios necesarios para alcanzar las emisiones globales netas cero a 2050 son pobremente comprendidos.”

O sea, no solo hay poca voluntad real de efectuar cambios, sino que no se llega a comprender la complejidad y profundidad de los cambios necesarios.

3. El reporte apuesta a varios milagros tecnológicos, económicos, políticos, de recursos, de infraestructura:

  • ENERGIAS RENOVABLES MODERNAS

Aunque las energías renovables como la solar y la eólica son tecnologías probadas y ya implementadas a relativa baja escala global (representan cerca de un 3% de toda la energía consumida), no está para nada claro que puedan lograr una gran escala en un par de décadas. Existen dudas sobre la disponibilidad de materiales y minerales necesarios (hay otro informe de la misma IEA sobre este tema titulado “The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions”). Aún habiendo suficientes recursos, el impacto ambiental y social de su extracción a gran escala sería muy grande. También existen dudas sobre la infraestructura necesaria, los recursos humanos, la capacidad de producción, los gigantescos niveles de inversión necesarios, etc. Inclusive habrá grandes dificultades para lograr un almacenamiento a gran escala que contrarreste la importantísima limitación de la intermitencia de la generación solar y eólica.

Por otro lado, el reporte no contempla que cada 20 o 30 años tendremos que reemplazar los millones y millones de paneles solares y aerogeneradores ya instalados y que se vayan agregando (y ocuparnos de su desmantelamiento y reciclado o disposición final).

  •  VEHICULOS ELECTRICOS

Hoy hay en el mundo algo más de 10 millones de vehículos eléctricos, y unos 1.200 millones de vehículos a combustión. O sea, solo el 1% del parque automotor son vehículos eléctricos. El reporte plantea que casi la totalidad de automóviles deberán ser eléctricos para 2050. Tamaña empresa la de fabricar más de mil millones de nuevos vehículos (con su huella de carbono y ecológica para su fabricación), y el descarte de otros mil millones de vehículos a combustión ya fabricados. Por otro lado, el reporte propone multiplicar por 18 la cantidad de vehículos eléctricos vendidos por año para 2030, mientras la capacidad añadida anual de generación renovable moderna se multiplicaría por 4 en el mismo período. Millones de nuevos vehículos agregarán demanda eléctrica a un sistema que al día de hoy no ha superado el 10% de generación con renovables modernas y que está lejos de cubrir demanda eléctrica agregada solo con renovables.

  • CAPTURA DE CARBONO

Las tecnologías de captura, uso y almacenamiento de carbono (CCUS por sus siglas en inglés) son extremadamente complejas y caras, y actualmente tienen un aporte  marginal, capturan el 0,1% de las emisiones que generamos. Para tener una idea de las dificultades que afronta esta tecnología, la única planta de captura y almacenamiento de carbono de los Estados Unidos, estará cerrando en forma indefinida ya que no es económicamente viable.

El reporte propone la captura de 1.6 gigatoneladas of CO2 para 2030 y 7.6 gigatoneladas para 2050. Hoy, el volumen total de carbono capturado globalmente  es de 0,04 gigatoneladas. Habría que multiplicarlo por 40 para 2030, y por 200 para 2050. Hoy existen unas 15 plantas con capacidad de almacenamiento de 1 megatonelada de carbono alrededor del mundo; según el reporte, se deberán construir 5 de ellas cada semana desde ahora hasta el 2050. Para ese objetivo se estima una inversión de 90.000 millones de dólares hasta 2030. Esperar un rol significativo de estas tecnologías en el proceso de descarbonización es por ahora bastante fantasioso.

  • HIDROGENO

El uso de hidrógeno como vector energético (es necesario aclarar una y otra vez que no es una fuente de energía) está nuevamente de moda (como lo estuvo en décadas anteriores) y se ponen demasiadas expectativas en una tecnología que como otras, tiene enormes desafíos para superar a futuro. Presenta grandes problemas en el proceso de obtención del hidrógeno, en su almacenamiento, su transporte, baja eficiencia energética, altos costos, etc. Por eso hoy su participación en el sistema energético es marginal, y lo seguirá siendo por bastante tiempo.

  • ELIMINACION DEL CARBON

El reporte propone dejar de construir centrales a carbón a partir de este momento, mientras China sigue construyendo centrales de carbón y tienen planes para seguir construyendo. El gigante asiático puso en funcionamiento durante 2020 centrales a carbón con un total de 40 gigawatts de potencia. Y tiene en desarrollo 250 gigawatts de potencia adicional. Varios países más en el mundo siguen teniendo un aporte importante de carbón en su matriz eléctrica, incluyendo Alemania, país a veces tomado erróneamente como modelo (más allá de un avance interesante en eólica y solar).

  • DESINVERSION FOSIL

El reporte propone dejar de financiar inmediatamente nuevos proyectos de extracción de combustibles fósiles, lo que es bastante razonable dada la urgencia y gravedad que plantea el cambio climático. Pero mientras tanto gobiernos y grandes empresas de petróleo y gas, aún con varios países importantes presentando planes de reducción de emisiones a 2050, siguen con políticas de corto plazo contradictorias con esos objetivos. En 2020 cerca de 700.000 millones de dólares fueron invertidos en proyectos de petróleo, gas y carbón. Japón y Australia ya declararon su oposición a lo sugerido en el reporte e indicaron que seguirán con sus inversiones en fósiles.

Aunque ocurra un milagro y se decida dejar de invertir en nuevos proyectos a corto plazo, no está claro cómo se reemplazaría la energía no producida, ya que las renovables tardarán mucho tiempo en alcanzar escala, si es que esto fuera posible. Más sabiendo que la producción de combustibles fósiles (sobre todo la producción no convencional que viene cubriendo la disminución de producción convencional) es muy dependiente de las inversiones. Tampoco está claro  que pasaría con los precios de los combustibles fósiles (los impactos de altos precios en la economía, por ejemplo en la producción de alimentos) si la demanda sigue alta (o incluso crece post-pandemia) y la oferta declina. Y un dato no menor: el proceso completo para implementar energías renovables depende de gran cantidad de energía fósil (en la minería de sus materias primas, fabricación, transporte, instalación, etc).

  • INFRAESTRUCTURA ELECTRICA

El reporte prevée que el sistema eléctrico abastezca el 50% de la demanda global de energía en 2050. Hoy el sistema eléctrico abastece entre un 15 y un 20% de la demanda global. Las energías renovables modernas (solar y eólica) representarían el 70% de la matriz eléctrica a 2050 (ya tres veces más grande que la actual), cuando hoy representan menos de un 10%. Un cálculo rápido arroja que habría que multiplicar por 21 el aporte de las renovables modernas. Los cambios necesarios a nivel infraestructura de transporte y distribución serían gigantescos. 

  • INVERSIONES MULTIMILLONARIAS

Según el reporte, la inversión de capital necesaria para la transición energética debería subir a 5 trillones (millones de millones) de dólares por año para 2030. Sólo en Estados Unidos, serían 800.000 millones por año, 8 veces lo que Joe Biden propuso invertir en 8 años.

No está para nada claro como harán los países en desarrollo para realizar las gigantescas inversiones necesarias en renovables, más teniendo en cuenta la fragilidad del sistema económico de muchos países, entre ellos la Argentina. Ni hablar de los países donde hay graves problemas de pobreza y ni siquiera tienen buen acceso a energía eléctrica, ni infraestructura adecuada.

  1. CRECIMIENTO Y DESACOPLE

El reporte asume una duplicación del tamaño de la economía global (lo que es casi imposible por el inexorable declive energético, sobre todo del petróleo, y en todo caso resultaría en una catástrofe ecológica asegurada) y un desacople entre consumo energético y actividad económica del 40%, lo que también es prácticamente imposible de lograr.

  • RECONVERSION CASI TOTAL DE LA INDUSTRIA

El reporte también plantea una reducción de las emisiones del sector industrial de un 95% a 2050. La mayor parte de las calderas, hornos, maquinaria pesada, transporte industrial pesado, etc. reconvertido a eléctrico, lo que parece extremadamente inviable.

 CONCLUSION

               Es un reporte necesario, útil, bien desarrollado y detallado. Pero la propuesta que plantea no es muy realista, tanto a nivel tecnológico, como de implementación económica y política. Desconoce el enorme impacto ambiental y muy posiblemente social de semejante obra de reconstrucción del sistema energético global. Pone en una hoja de ruta buenas intenciones, pero convalida un nivel insostenible de crecimiento y consumo energético, bajo un modelo de producción y consumo extractivista y despilfarrador, que aunque reduzca significativamente sus emisiones y baje los riesgos climáticos, de seguir así nos llevará a un colapso ecológico y de recursos. No contempla que mientras no se reduzca la demanda energética y no haya una alternativa energética a escala (que por ahora no la hay), será muy difícil bajar significativamente el consumo de combustibles fósiles, o en todo caso, nos expondremos a un colapso económico y social prematuro por menor disponibilidad energética. Habrá que trabajar desde otros sectores en una hoja de ruta de decrecimiento con equidad, que desde ya, deberá incluir varias de las propuestas de este reporte. Cuando se propone un plan de dudoso éxito como única estrategia ante un problema de extrema gravedad donde no hay margen para fallar, lo más razonable es plantear otras estrategias posibles.